Dios otorga y retira la vida.
La iglesia católica recuerda que dios ha dado un nuevo significado a la vida humana, y sobre todo a la muerte del cristiano, mediante su paso por el mundo, su muerte y su resurrección.
Argumenta también que atentar contra la vida de un hombre es ponerse en medio del amor que dios siente por él, violando derechos fundamentales y cometiendo un crimen de gravedad extrema.
Considera que el suicidio es también una negación al amor propio, a la aspiración natural a la vida, declarando que el dolor que sienten los humanos es su participación en la pasión de Cristo, pues él se sacrificó de manera excruciante para salvar a la humanidad.
El vaticano reconoce el derecho a la muerte, pero aclara que las personas no pueden disponer de su propia vida o de la de los demás sino que tiene el derecho de morir con dignidad humana y cristiana.
Por otro lado, permite el uso de medicamentos que supriman el dolor mientras estos no intervengan en los deberes religiosos del paciente.
Además permite que, si se demuestra que los tratamientos no son efectivos y que la muerte es inevitable, se suspendan los procedimientos médicos (Adistanasia).