Dignidad Humana
Todo hombre, por el simple hecho de estar vivo, es valioso; a esto se le denomina dignidad humana, aquella que nos otorga todos nuestros derechos fundamentales y que es inviolable.
Filosóficamente, por ende, la dignidad es inerte y no varía dependiendo de la situación en que se encuentre la persona, pues esta nunca deja de ser valiosa.
En este orden de ideas, matar a una persona con el fin de otorgarle una "muerte digna" es un concepto errado, pues al morir la persona pierde, valga la redundancia, la vida y el valor de la misma, dejando atrás la dignidad.
Adicionalmente, la ciencia y la medicina están en constante mejora y pueden, supuestamente, proteger la existencia y la dignidad del hombre más allá de la enfermedad.
Moralmente, el manejo más adecuado para las enfermedades terminales, es el de las curas paliativas, pues protegen la dignidad humana cuidando, simultáneamente, la calidad de vida de los pacientes.
Sin embargo, la aplicación del concepto de dignidad humana puede causar que la medicina se enfoque únicamente en la prolongación de la vida biológica de los enfermos, algo que no resulta siempre beneficioso, aunque se considere "digno".
Además, la medicina no es siempre eficiente o fructífera para los pacientes, llegando a crear condiciones nuevas. El estado vegetativo permanente, por ejemplo, deriva normalmente de rehabilitaciones médicas que interrumpen el proceso natural de muerte del cuerpo para sumirlo en un estado de inconsciencia y dependencia supuestamente "digno" pero no deseable.
Cabe recordar que los tratamientos médicos pueden ser denigrantes e ineficientes.